Se abre el capítulo con el mayordomo del duque haciéndose pasar por Merlín y un paje por Dulcinea. Al día siguiente la Duquesa pregunta a Sancho si había aceptado la penitencia para el desencantamiento de Dulcinea, él le responde que sí y que esa noche ya se había dado cinco azotes con la mano. Después la duquesa le dice, “las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada”, lo que ella quiere decir es que Merlín no va a estar satisfecho con tanta blandura y que tiene que azotarse con algo más fuerte para recibir un buen mérito. A lo que Sancho responde que él se golpeará con lo que sea con la condición de que no duela mucho ya que no quiere maltratarse por el “provecho ajeno” y además dice que su piel es suave y sensible como el algodón. La duquesa le dice que la siguiente mañana tendrá la herramienta lista. Es aquí cuando Sancho Panza saca el tema de la carta que había compuso a su esposa Teresa Panza. Le explica que la carta trata sobre todo lo que le ha sucedido desde que se apartó de ella y sobre su futuro puesto como gobernador. Después pide a la duquesa que lea la carta ya que alguien más la había escrito porque es analfabeto. Entonces la duquesa empieza a leer la carta donde Sancho Panza explica que tenía que irse a una isla porque va a convertirse en gobernador. Ahí haría mucho dinero y que espera que ella pueda ir a vivir con él pronto en la isla. También dice que le enviará un vestido verde de cazador que le había dado la duquesa, y habla sobre la penitencia para quitar el encantamiento de Dulcinea dado por el sabio Merlín en la cueva de Montesinos. Al final repite que de una manera u otra Teresa Panza será rica y que él estará ahí para servirla. Firma la carta como “Tu marido el gobernador, Sancho Panza”. La duquesa le da sus comentarios: no debería decir que este gobierno se le da por los azotes y también que se muestra muy codicioso, los gobernantes no tienen que ser codiciosos. Sancho Panza le dice que no es la mejor idea hacer una carta nueva, entonces la duquesa le dice que sí está bien y que quiere enseñarla al duque.
Van a un jardín donde iban a comer; la duquesa le enseña al duque la carta, él piensa que es estupenda. Comieron y después se entretuvieron conversando. De repente se escuchó una música muy melancólica. Todos estaban confundidos y alborotados, especialmente Don Quijote ya que no cabía en su asiento, y como era de esperarse Sancho tomó refugio al lado de la duquesa porque tenía miedo de esta misteriosa y triste armonía. Entraron al jardín primero dos hombres completamente vestidos de negro tocando unos grandes tambores negros, detrás de ellos otro más con una flauta negra, y finalmente un personaje vestido con una manta negra, cubierto el rostro con un transparente velo de este mismo color, y con una larga barba muy blanca. El personaje se acercó al duque arrodillándose. El duque esperó que se levantase para poder hablar, cuando se levantó se quitó el velo y apreció la más horrenda barba blanca que jamás se haya visto. Con una voz muy grave se presenta como “Trifaldín el de la Barba Blanca”, el escudero de la condesa Trifaldi o también conocida como la dueña Dolorida, lleva este nombre ya que es viuda. Explica que está en busca del famoso Don Quijote de la Mancha ya que Trifaldi desea hablar con él. El duque le responde que siente mucho la muerte del esposo de la dueña Dolorida y que puede entrar al jardín hablar con Don Quijote. Oyendo esto los cuatro señores vestidos de negro vuelven a tocar su música y salen del jardín de la misma manera de la que entraron. El duque le dice a Don Quijote que es increíble todas las grandes hazañas que ha hecho y que gracias a su bondad la gente viene a pedirle ayuda desde tierras lejanas. A esto Don Quijote responde que verdaderamente los caballeros andantes son muy importantes para el mundo y que da gracias al cielo por poder cumplir este trabajo. Al final dice que haga entrar a la dueña Dolorida para librarla de su sufrimiento.
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